Miradme estrellas. Hoy,
en esta noche.
Recordad todas las noches
que os he admirado. Os he visto. Recordarme. Recordad mi rostro. Los
sentimientos que desprendía. El amor que había en mis ojos. La felicidad que
transmitía mi sonrisa. ¿Lo podéis recordar?
Y miradme ahora. Mirad
como tengo el rostro. Lo que transmito. Tristeza. El dolor que transmiten mis
ojos. Hay una cortina de lluvia en ellos. Hay preocupación. Rabia.
Desesperación. Decepción. Odio. Celos. Pero por encima de todo, hay
dolor.
Sentir como esa persona
te demuestra la verdad. Cuando te das cuenta de que te has engañado a ti misma.
Quieras o no, las personas no son perfectas. Ni siquiera aquellas personas a
las que tu tanto amas. Tienes que amarlas con virtudes y defectos.
Jamás, y repito, jamás,
encontrarás a una persona que te trate igual que como tu la tratas a ella.
Jamás. Y por más que te digan que te quieren o te aman más que tu a ella, no te
lo creas. Porque tú misma sabes que eso no es verdad.
Seguid mirándome
estrellas. Hoy no hay luna, no como la otra noche. ¿Tendrá algo que ver? Quién
sabe.
Vosotras, que me habéis observado desde la lejanía tantas veces, me veis ahora y me preguntáis:
¿Por qué lloras?
Vosotras, que me habéis observado desde la lejanía tantas veces, me veis ahora y me preguntáis:
¿Por qué lloras?